dimarts, 9 de novembre del 2010

La Pesta a l'escenari...més prop del que voldriem...

 "...Fue necesario que llegase el gran dúo de Orfeo y Eurídice del tercer acto (el momento que Eurídice vuelve alejarse de su amante) para que cierta sorpresa recorriese la sala. Y como si el cantante no hubiera estado esperando más que ese movimiento del público o, más exactamente todavía, como si el rumor del patio de butacas le hubiera corroborado en lo que sentía, en ese mismo momento avanzó de un modo grotesco, con los brazos y las piernas separados, en su atavío clásico, y se desplomó entres los idílicos decorados que siempre habían sido anacrónicos pero que a los ojos de los espectadores no lo fueron hasta aquel momento, y de modo espantoso.
Pues al mismo tiempo la orquesta enmudeció, la gente de las butacas se levantó y empezó a evacuar la sala, primero en silencio, como se sale de una iglesia cuando termina el servicio, o de una cámara mortuoria después de una visita, las mujeres recogiendo sus faldas y saliendo con la cabeza baja, los hombres guiando a sus compañeras por el codo, evitándoles chocar con los asientos bajados.
Pero poco a poco el movimiento se hizo más precipitado, el murmullo se convirtió en exclamación y la multitud afluyó a las salidas apretándose y empujándose entre gritos.
Cottard y Tarrou, que solamente se habían levantado, se quedaron solos ante una imagen de lo que era SU VIDA de aquellos momentos: LA PESTE EN EL ESCENARIO, BAJO EL ASPECTO DE UN HISTRIÓN DESARTICULADO, Y EN LA SALA LOS RESTOS INÚTILES DEL LUJO, EN FORMA DE ABANICOS OLVIDADOS Y ENCAJES DESGARRADOS SOBRE EL ROJO DE LAS BUTACAS.

La Pesta, Albert Camus.

1 comentari:

Sóc un cúmul d'imperfecions que creen una perfecta imperfecció.